EL CATÓN
Días antes de celebrarse las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, leí en el Diario Oficial de Extremadura, el decreto de su convocatoria. De su lectura deduje que los ciudadanos éramos llamados a las urnas para elegir a nuestros representantes, tanto en el Parlamento de Extremadura, como en los diferentes Ayuntamientos de la Región. En ese convencimiento, quedé.
Se celebraron las elecciones, se obtuvieron los resultados y, tras los correspondientes pactos y componendas, se formaron los consistorios y se nombraron alcaldes.
No había pasado demasiado tiempo, cuando comencé a ver extraños comportamientos y absurdas decisiones que emanaban de los ediles de algunas ciudades y pueblos. Me dio la sensación de que habían cogido una escoba y comenzado a barrer todo lo que les molestaba: se barrían símbolos, tradiciones, culturas, himnos; un vendaval de despropósitos se cernió sobre pueblos y ciudades.
Como no entendía nada, torné a releer el Decreto de convocatoria de las elecciones, por si en alguno de sus artículos o anexos, se hablaba de elegir y nombrar barrenderos. De esta segunda lectura, no deduje nada parecido.
Siguió pasando el tiempo, y los hechos corroboraban, lo que me había extrañado.
Una cosa tuve clara: no sabía leer.
Invoqué a los espíritus de mis primeros maestros, sor Ángela y el hermano Rubén, para que refrescaran mis conocimientos de lectura más elementales.
Con ellos a mi lado, comencé desde el principio.
La P con la O, hace PO
La L con I, hace LI
La T con la I, hace TI
La C con la A, CA.
Los espíritus de mis maestros me dijeron:
- "Muy bien Angelito; ahora, todo junto".
Contento por el beneplácito que me daban mis maestros, leí:
- POLÍTICA.
Con gran sorpresa por mi parte, vi que ambos movían sus cabezas en señal de desaprobación.
El espíritu de Sor Ángela, mi primera maestra, tomó la palabra y me dijo:
- " No, Angelito; todo junto se lee: VAYA MIERDA".
Ellos, me abrieron los ojos, y me descubrieron la realidad: NO SABÍA LEER.